El mimetismo es una técnica de defensa que poseen los insectos para esconderse de su posible depredador. Hay varios tipos de mimetismo: unos pueden asemejarse a especies peligrosas, otros pueden presentar ciertos rasgos para impresionar al cazador y, los más numerosos, pueden confundirse con el medio que los rodea, tanto en el color como en la forma y textura. El objetivo está claro: evitar ser devorado.
Primer tipo de mimetismo
Se caracteriza porque insectos indefensos adquieren la apariencia de animales peligrosos. Un ejemplo serían unas moscas especiales, llamadas sírfidos, que presentan un aspecto similar a las avispas. Así, unas moscas que no tienen ningún mecanismo de defensa, evitan ser cazadas al ser confundidas con insectos con aguijón.
Segundo tipo de mimetismo
Como ejemplo del segundo caso de mimetismo podemos hablar de la mariposa búho, la cual presenta unas manchas con aspecto de ojos en el exterior de sus alas. Este alegre aspecto no es casualidad, sino que tiene una función: confunden al depredador, que piensa que en ese lugar está su cabeza y ahí es dónde ataca. Ser atacadas en las alas en lugar de en la cabeza es mucho menos perjudicial, ya que su cabeza es más sensible.
Tercer tipo de mimetismo
Es el más común, característico del insecto palo. Estos insectos son los que mayor grado de especialización han logrado, ya que no se parecen al medio en el que viven solo por su color, sino también por su forma y textura. Además, son capaces de presentar incluso el aspecto de hojas marchitas. Si no fuera por su movilidad, prácticamente no los distinguiríamos del sustrato.
Conclusión
Por tanto, el mimetismo ha sido y es una técnica muy importante y muy común en los insectos para pasar desapercibidos y aumentar su supervivencia.